Elegir el material de la persiana 

El progreso en el uso de diferentes materiales en la decoración y en el mobiliario es imparable. Lo podemos ver en los estores o en las persianas donde aparecen diferentes tejidos que ofrecen rendimientos y cualidades únicas. En este sentido, hoy os queremos hablar de las diferentes opciones que tenemos a la hora de comprar venecianas. Podemos encontrar las clásicas persianas con listones de madera, con modernas aleaciones de aluminio o venecianas de pvc, una opción más que interesante.

Con respecto a la madera, debo decir que soy un fanático de este material. Es todo un clásico si hablamos de venecianas. Es una delicia estar en una habitación o en una sala con persianas de listones de madera. Crean una sensación súper cálida que no se puede comparar a cualquier material. Pero, en su contra, tienen el coste y el mantenimiento. Suelen ser de un precio superior, requieren una limpieza mucho más delicada y un mantenimiento más cuidadoso.

Por otro lado, tenemos las persianas de listones de aluminio. También podemos decir que son un clásico ya que llevan tiempo entre nosotros. Aunque solemos conocerlas por su material principal, realmente en la mayoría de los casos son aleaciones que buscan un acabado ideal para la función que van a desempeñar. Son más fáciles de limpiar que las de madera, pero no ofrecen un acabado tan cálido.

Y no nos podemos olvidar de las venecianas de PVC, un estupendo material por su relación coste/rendimiento que también está presente en numerosas áreas. Al igual que el aluminio, las persianas de listones de PVC también varían en cuanto a sus acabados, existiendo lamas indeformables que, por su ligereza, suelen ir muy bien para algunos espacios de la casa como la cocina o los baños.

Y, entonces, ¿qué material elegir? Pues depende del uso que vayamos a dar las venecianas, el espacio en el que se incluyan y nuestros gustos personales, por supuesto. En nuestra opinión, cualquier material es bueno siempre que logremos adaptar ese material al espacio y al uso, sin olvidar, por supuesto, el coste del mismo.