NOSTALGIA DEL GIMNASIO

Hace ya unos cuantos años que cerró el gimnasio al que iba y que estaba al lado de mi casa. Me gustaba ese gimnasio, aunque las instalaciones fueran viejas y la limpieza muy mejorable, pero esas cosas hacían que el gimnasio no se masificase como sé que pasa en otros muchos gimnasios. En el mío podías ir un rato a sudar a la sala de máquinas sin que casi nadie te molestase y después ibas a darte un baño a la piscina, que personalmente me parecía el mejor momento del día. Una vez que me tiraba al agua todos mis problemas parecían más pequeños y por un rato me olvidaba de ellos. 

En la entrada del gimnasio había un expositor de PLV con la foto del hijo del dueño del gimnasio que ese año se había convertido en el hombre más fuerte de España, para hacerlo el padre se puso en contacto con una empresa que trabaja con expositores PLV de cartón personalizados y fue allí donde le hicieron el expositor del hijo. Ese año en que el hijo del dueño del gimnasio se convirtió en el hombre más fuerte de España le dieron un cinturón de campeón como los que dan en el mundo del boxeo, y como no le pedí permiso al hijo del dueño del gimnasio para poder sacarme unas fotos con el cinturón de campeón puesto, fotos que todavía hoy conservo.

Desde que cerró el gimnasio unos meses antes de que la pandemia empezase, no había vuelto a una piscina hasta la semana pasada que fui a una piscina municipal para preguntar que era lo que necesitaba para hacerme socio y poder ir a la piscina todos los días como lo hacía antes. Al estar empadronado en la ciudad me he enterado que el precio por ser socio es casi la tercera parte de lo que estaba pagando en el gimnasio y me parece un precio muy razonable y por lo que he podido ver a las horas a las que suelo ir yo que es al mediodía, no suele haber demasiada gente y eso es algo que me gusta bastante.