El diseñador de las estrellas que cobraba sin trabajar

Siempre he sentido una especie de relación de amor-odio con Estados Unidos y particularmente con sus dos ciudades principales: Nueva York y Los Ángeles. Los estadounidenses siempre me han parecido bastante arrogantes con todo lo que se relaciona con su país, pero una vez que lo conoces, y te codeas con ellos, la opinión me ha cambiado un poco. Al menos según mi propia experiencia, son gente amable y que recibe bastante bien al visitante… mejor que en algunos lugares de España.

Cuando conocí Los Ángeles quedé fascinado por algunas de sus casas. Es verdad que dicen que el pastiche arquitectónico es considerable pero te encuentras con verdaderas joyas… al lado de edificios un poco chocantes. Pero yo me quedo con lo bueno. Así que tras volver de Estados Unidos, empecé a consultar algunas webs de diseño y arquitectura de la ciudad. Por pura curiosidad. Y así fue como me encontré con el caso de un curioso experto en diseño de interiores que, dicen, cobra sin dar un palo al agua.

Me llamó mucho la atención este personaje, un made self man puramente estadounidense. Él nunca habla de su niñez, pero los que mejor le conocen dicen que es huérfano y que tuvo que hacer de todo antes de llegar a Los Ángeles procedente de Idaho. Tampoco se conocen datos sobre su formación en diseño de interiores. Simplemente que un buen día Tom Cruise le abrió la puerta de su casa y, a partir de ahí, empezó a lograr fama como decorador entre el mundillo de Hollywood.

Tanto es así que, con el paso del tiempo, construyó una empresa con varios subalternos que le hacen el trabajo sucio. Cuando ellos terminan, este individuo hace acto de presencia en la casa, da el OK, y a cobrar su tarifa multimillonaria.

Los Ángeles está plagado de personajes como este, que han logrado su fama de no sabe muy bien qué forma, pero que cobran cantidades absurdamente elevadas por un trabajo dudoso. Pero mientras los clientes sigan pagando, él no parece muy preocupado: es el American Way of Life, my friend.